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ACOSADA POR UN MANDO

Como la mayoría de vosotros, cuando entré en el cuerpo policial, pensaba que el proceso selectivo era infalible, pero una vez dentro, me di cuenta, de que era un colectivo muy amplio, donde la mayoría de las personas eran muy válidas, pero también habían entrado algunas, que jamás debieron acceder.

La finalidad de contaros mi acoso es, por un lado, el proponer medidas preventivas (que actualmente no existen), para evitar que le pase a más gente y por otra parte haceros reflexionar a los observadores del acoso. Como dijo Martin Luther King «No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena».

Así empezó el acoso…Estaba en la academia de policía, haciendo el curso de la ARRO (área regional de recursos operativos), cuando me sonó el móvil. Era un mensaje de Facebook de un cabo de la ARRO, llamado Pedro. Apenas había hablado con él y me sorprendió que me escribiera.

Pedro, se había enterado de que me había caído en la pista americana y se interesaba por mi estado. También, aprovechó para pedirme mi número de teléfono. En ese momento estaba soltera, pero no quería salir con compañeros, así que rechacé su petición, diciéndole que tenía pareja.

Pero la contestación de Pedro, no me gustó nada:

«¡Ah! Vale, Olga, es que como eras tan seca escribiendo, no sabía si era porque eras lesbiana o porque tenías pareja o ambas cosas».

Me tranquilizó el pensar que, al acabar el curso, volvería a comisaría, pero difícilmente coincidiría con Pedro, ya que en mi furgoneta tenía a otro cabo asignado y Pedro, hacía las funciones de jefe de unidad. Pero me equivoqué, Pedro pidió ir a mi furgoneta y se lo concedieron.

El primer día de patrullaje, íbamos todos en la furgoneta cuando paramos en la comisaría más cercana para desayunar.

De repente, Pedro alzó la voz para que todos le escucháramos: «¿Sabéis? Creo que Olga tiene cara de no haber comido nunca pollas». Me quedé blanca, petrificada. ¿Realmente había dicho lo que acababa de oír? Me levanté de la silla con rabia, di un golpe en la mesa con la mano: «Que sea la última vez que me dices algo así, te exijo el mismo respeto que te tengo yo a ti». Todos se quedaron callados.

A partir de ese día entramos en un bucle, donde él me invitaba a tomar algo después del trabajo y yo al rechazarlo, recibía públicamente alguna de sus frases denigrantes. Os detallo algunas de ellas: «tu culito es mío te voy a espabilar», «aquí la mayoría somos hombres, tendrás que aceptar lo que te digamos», «no te adaptas a la furgoneta», «pon la mano así, me gustaría ver como coges una polla»…

Estaba en prácticas, en un destino nuevo, donde nadie me conocía, y francamente lo último que quería, era tener que quejarme de mi superior inmediato, por lo que hablé con Pedro en diversas ocasiones, pidiéndole que parara con sus comentarios ofensivos.

Él se disculpaba y al día siguiente los volvía a hacer. Después de varias semanas, discutiendo con él y no ver ningún cambio en su actitud, decidí quejarme a los jefes.

Solo quería conseguir dos cosas, que me dejara en paz y volver a ir contenta al trabajo, ya que en esas semanas había perdido la ilusión.

Los jefes hablaron con el resto de la furgoneta y comprobaron que lo que yo decía, era cierto.

Me cambiaron de furgoneta y le dijeron a Pedro que no me volviera a faltar al respeto. Semanas más tarde me vino una compañera, informándome de que Pedro, se dedicaba a decir por ahí, que yo era una mala persona y poco después, Pedro cogió la baja por depresión.

Con los meses, analicé la situación que había vivido y si os soy sincera, mi mayor decepción no fue la de encontrarme un cabo así, ya que manzanas podridas, hay en todas las empresas. Lo que me chocó, es la mentalidad de algunos compañeros/as ante esta situación. Veían mal que me hubiese quejado, incluso algunos me retiraron el saludo. Para ellos lo normal era aguantar.

Aguantar ¿Por qué? Considero que es un error, nadie independientemente del cargo que ostente la otra persona, debe permitir ninguna falta de respeto. Si lo haces, el primero que te perjudicarás es a ti mismo y segundo esta persona se creará la falsa ilusión, de que puede faltar el respeto a quien quiera, sin consecuencias.

Meses más tarde me vino un compañero y me dijo que una administrativa, que ya no trabajaba allí, también se había quejado de Pedro.

Me quedé pensativa, los mandos superiores sabían que yo no era la primera en quejarse y ¿no habían hecho nada?

Luego analicé el comportamiento que había tenido Pedro en las semanas que había coincidido con él.

En más de una ocasión, delante de grupos de compañeros había dicho frases del estilo «las mujeres no deberían estar en esta unidad», «su única función aquí debería ser la de fregar la furgoneta». Ante lo que decía Pedro, nadie le llevaba la contraria, ni le recriminaba sus comentarios machistas.

A fecha de hoy tenemos un PROTOCOLO de ACOSO, que puede activar la persona que se siente acosada. PERO NO SE HACE NINGUNA PREVENCIÓN.

Os voy a hacer un símil para que me entendáis mejor. En una carretera secundaria, se detecta que hay una zona poco iluminada donde cruza la gente y hay atropellos. En vez de poner elementos que eviten los atropellos (por ejemplo: farola, semáforo, paso de peatones, badén, etc.), con este PROTOCOLO es como si lo dejasen todo igual y te pusieran en esa zona una AMBULANCIA. Muchas gracias, es todo un detalle, pero antes de ofrecerme la ambulancia, preferiría que pusieras elementos adecuados, para evitar que me atropellen.

En mi caso, ¿hubiésemos podido evitar el acoso de este mando si estuviera establecida alguna de las siguientes medidas preventivasYO ESTOY SEGURA, DE QUE SE HABRÍA EVITADO:

  • Cambiar la inacción, por la acción. Cuando Pedro públicamente hace comentarios despectivos hacia las mujeres, que los mandos le llamen la atención y si no cambia, que lo sancionen.
  •  Concienciar a los propios compañeros/observadores del acoso, que solo por el hecho de permanecer callados ante ese tipo de situaciones y no enfrentarse o denunciar, propician a que el acosador se crezca y siga con el acoso. LOS OBSERVADORES TAMBIÉN DEBEN DENUNCIAR. HOY SOY YO, PERO MAÑANA TE PUEDE SUCEDER A TI O A CUALQUIERA DE TUS SERES QUERIDOS.
  •  Un acosador donde todo el grupo se le pone en contra normalmente cesa en su actitud.
  • «Siento que haya pasado por esta situación, pero esta persona es así«, es lo que me dijo un subinspector al hacer referencia al comportamiento que había tenido este cabo conmigo. Lo siento, pero yo no estoy de acuerdo, esta persona «no es así», «se le permite ser así». Los mandos superiores cuando detectan esta serie de conductas tienen la responsabilidad de reconducirlo o si ven que no pueden, dar parte de ello.
  •  En el momento que la administrativa hace una queja sobre Pedro, que automáticamente se abra una información reservada y se investigue.
  • Evaluación bidireccional. Actualmente se hace unidireccional de arriba abajo. Los mandos evalúan a los que están por debajo de ellos, pero los agentes, no evalúan a los mandos. Los agentes deberían evaluar a sus mandos y así se detectaría aquellos que actúan inapropiadamente y se podrían reconducir.
  • Formación en la academia, sobre la importancia de denunciar este tipo de conductas.

Estas últimas líneas se las dedico a aquellos, que habéis vivido una situación similar a la mía. En esos momentos, te das cuenta de que luchas sola, que nadie te va a apoyar, al menos no públicamente. El dolor, la pena son intensos. Hay momentos en los que dudas, si callar o hablar. Te animo a que hables, porque el callar, solo hará que esa persona, siga con su comportamiento. Hazlo por ti y por todos aquellos que evitarás que deban pasar por lo mismo que has pasado, simplemente porque te quedaste callado.

TU SILENCIO SOLO BENEFICIA A LOS QUE ACTÚAN FUERA DE LAS LEYES, TU VALENTÍA CAMBIARÁ LAS COSAS, NO TE CALLES NUNCA.

En este escrito os doy mi opinión, en base a lo que he vivido. Se ha modificado el nombre de la persona que me acosó.

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